El arte visto por Rogulo

Entramos en el mundo del Arte y es como franquear una puerta donde los parámetros sufren una alteración, la fantasía suple a lo convencional. Todo un complemento de colores y formas sugerentes nos apartan deliciosamente de esa visión repetitiva y cotidiana del mundo al que estamos acostumbrados. Con suerte, el artista conseguirá sumergirnos en su particular visión, en sus sueños, en su mente.

No existen unas reglas definidas en un reino donde lo subjetivo impera, cada uno de nosotros nos erigimos en soberanos y jueces de esa obra expuesta ante nuestros ojos, y sucede, que todos, sin excepción, somos sensibles a caracteres y planteamientos distintos. Decidimos lo que es bueno y es malo; es bueno aquello que alegra nuestra alma y nos transmite una emoción, es malo eso otro que nos repele o cuanto menos nos deja indiferente.

A menudo, sucede que desconfiamos de nuestro propio criterio y nos dejamos llevar por el de personas eruditas y especializadas. ¿Está justificado que actuemos de tal manera?, ¿existen unas reglas, normas o ciencia que delimite el valor artístico de esa obra expuesta a nuestro dictamen? Se me ocurre pensar que en otra época pudo ser, pero no ahora que la abstracción justifica cualquier iniciativa artística. Si Miguel Angel, representante de la máxima perfección anatómica, levantara la cabeza y viera alguna de las redondeadas figuras de Botero, cuanto menos se mostraría contrariado.

¿ Qué buscamos en el arte ?

El Arte identifica y ennoblece al ser humano, circunscribiéndole a un área selectiva de valores donde prima la sensibilidad sobre otros factores. Muchos piensan que el gusto por la estética y la armonía realmente es la única cosa que nos diferencia del resto de los animales. Buscamos el rodearnos de cosas hermosas, desterrando esas otras, aquellas que representan la fealdad y la vulgaridad. Eso lo hacemos para dar satisfacción a nuestros sentidos, tratando de gratificar nuestra existencia, pero al hacerlo expresamos un sentimiento de comunicación y entendimiento hacia unas formas o planteamientos estéticos con los que nos sentimos identificados.

Arte y decoración son cosas distintas

Es un hecho que la sociedad se transforma constantemente y con ello los valores estéticos. Hay que aceptar que las generaciones actuales están más por lo decorativo que por lo artístico, pero eso no implica que tengamos que confundir los términos. Soy del parecer que ARTE y DECORACION son cosas distintas. Un determinado elemento decorativo nos puede agradar, incluso hacernos sentir una elevada sensación de bienestar. Este solo pretende integrarse en un entorno y enriquecerlo con su aportación. La pieza artística tiene una pretensión mucho más exclusiva y ambiciosa, nos aparta del entorno y nos atrae, sumergiéndonos en su contenido, las sensaciones que transmite son mucho más emotivas y ricas, frecuentemente se establece una comunicación o vínculo entre observador y artista, siempre contando con las preferencias y gustos del primero.

Actualmente puede decirse que se han roto las barreras que separaban lo artístico de lo puramente decorativo, todos los gustos estéticos parecen haber encontrado un rincón digno donde establecerse dentro de ese gran organigrama del Arte. Lo geométrico, lo lineal o cualquier representación al margen de lo figurativo, tiene su parcela, su público y sus abanderados, pero también sucede que con frecuencia el público asiste a los certámenes y muestras y se marcha perplejo e irritado al ver una sucesión de "objetos o cosas" que no entiende y ni siquiera degusta, solo un título y en algunos casos una explicación gráfica para llegar al interior de algo que solo está en la mente del creador. ¿Dónde está la verdad, esa verdad que delimita y pone cada cosa en su sitio? ¿Alguien se atreve a decir que tras las formas más simples e imprecisas no existe la belleza, que el color por sí mismo no es suficiente para despertar una sensación emotiva, o que los contornos más irreales pueden no ser los más sugerentes? No hay que olvidar que los movimientos artísticos de vanguardia nunca fueron aceptados de inmediato, necesitaron su tiempo para ser comprendidos. Hoy podemos decir que el artista dispone de absoluta libertad para expresarse y que el Arte Moderno abrió puertas que siempre estuvieron selladas, proporcionando la posibilidad de ser considerado artístico, aquello que siempre fue decorativo. Queda pues, la posibilidad de la elección individual cuando se trata de catalogar o clasificar, aunque paralelamente serán los técnicos quienes lo hagan por nosotros.

Sobre la imaginación y la creatividad

Todos y cada uno de nosotros disponemos de un potencial imaginativo y creativo, la diferencia entre unos y otros estriba en que profesionalmente o movidos por una inquietud algunos explotan ese caudal. Almacenamos un cúmulo de vivencias auditivas y visuales que en momentos determinados pueden ayudarnos a construir una idea considerada original, sin embargo, esta no surge de la nada, está fundamentada inicialmente en experiencias que han sido registradas en nuestro cerebro, incluso a veces de forma inconsciente.

Surge una idea inicial y trabajamos sobre ella, unas veces de forma casual o circunstancial, otras de forma meditada o experimental, esa idea se desarrolla hasta alcanzar el grado de innovadora. De todo ello puede sacarse una conclusión: existen fórmulas para impulsar y potenciar la IMAGINACION y la CREATIVIDAD y todas ellas parten del trabajo, la investigación y la experimentación, pero todo ello no se puede dar si no existe un deseo de búsqueda. Si intentamos diferenciar al creador o al artista del que no lo es, podemos encontrar una respuesta tan simple como esta: Es artista y creador aquel que mantiene con regularidad su mente receptiva y sus sentidos sensibles a captar algo que sea de interés para sus fines artísticos. Sin embargo, ante esta simplísima conclusión se tendrá en cuenta que a la facilidad para concebir ideas, ineludiblemente le acompañará su depurada técnica y habilidad para expresarlas y materializarlas.

Sistema o fórmula de una expresión propia

Es indudable que el artista busca su propio lenguaje, algo que le aparte de los demás y configure aquello que le identifique artísticamente. Para llegar a esto necesita unas herramientas, un sistema que facilite su trabajo y cada artista tiene el suyo propio. Sin embargo, aún suponiendo que algunos artistas coincidan con el sistema o con las herramientas utilizadas, siempre habrá algo que le diferenciará en su sello o en el resultado final de cada una de sus obras, y es su concepción, su sentido estético y su particular forma de expresarse y materializar. En mi caso, como ya dije antes, la fotografía facilitó mi trabajo y aportó un caudal de recursos inapreciables. Pero, ¿qué hacer cuando ya tenemos algo fotografiado que nos motiva? Existe el peligro de dejarnos llevar por el contenido de esa foto o diapositiva y hacer algo que solo sea una repetición de aquello que nos inspira, por lo tanto, hay que huir de esa formula fácil que es la de copiar, ya que ello no nos ayudará a hacer algo realmente personal. Así pues, utilizaremos el motivo fotografiado solo para comprobar que es atractivo y nos da la coherencia que nuestro sentido exige, además de unas sombras y unas luces totalmente veraces, que podemos cambiar o modificar según nuestra pretensión. Tenemos una idea aproximada de la transformación que deseamos sobre el motivo fotografiado y ya solo resta hacer un dibujo acorde con esa primera idea. Utilizamos un lienzo ya manchado con tonalidades claras, procurando que el dibujo no sea estricto, sino más bien unos trazos simples para marcar las siluetas y las referencias que han de servir de guías. Una vez finalizado el dibujo podemos encontrarnos con una sorpresa muy grata, esta es, que el lienzo coloreado nos sugiere matices que nos apartan felizmente del contenido real de la fotografía. El pintar se convertirá en una apasionante aventura que paulatinamente nos irá apartando del motivo real, transfigurándolo en algo totalmente personalizado, siempre que mantengamos la pauta de no mirar excesivamente la diapositiva o fotografía. El resultado final puede ser algo gratificante si hemos conseguido vencer la tentación de copiar y hemos sido valientes improvisando y dejándonos llevar por nuestro instinto interpretativo.