El dibujo en la obra de Rógulo forma parte esencial de su conjunto plástico. No puede entenderse una buena pintura sin el dominio de la luz y el color, y sin que esté respaldada sobre la base sólida que aporta una correcta y personal definición y perspectiva.

Se sintió siempre atraído por grises y sepias. Unas veces el guasch, otras la aguada o el carboncillo, las ceras, la tinta china, la sanguina o el simple lápiz de grafito, fueron algunos de los elementos de que se valió para satisfacer sus inquietudes.

Recuerda con agrado sus años en la Escuela de Bellas Artes y Oficios, donde perfeccionó la disciplina del sombreado y la perspectiva, y aunque no son muchos los trabajos ajenos al óleo que ha podido recuperar gráficamente, algunos de ellos dejaron su sello en libros y publicaciones en el Alicante de su tiempo, tal es el caso del crisma con que el Gobernador Civil de Alicante, felicitó las Navidades de 1.991 y donde una acuarela dio vida a “la palmera” como símbolo alicantino, o aquella aguada personalísima que plasmó la gracia del Barrio Santacrucino, impresa en el Libro del 150 aniversario de La Tabacalera en 1.994, o aquellos otros trabajos que sirvieron para enriquecer los Llibrets de Hogueras en la década de los ochenta, o el esbozo que sirvió de base al emblema de La Hoguera de Princesa Mercedes en 1.983.